Aunque las estructuras de las cortinas y las persianas arrollables son diferentes, pues las primeras son piezas individuales de materiales flexibles y las segundas están conformadas por láminas engarzadas unas con otras, ambas cumplen una función equivalente.
Aportan seguridad e intimidad, protegen los interiores de la luz y el calor; filtran los rayos UV y generan juegos de iluminación y transforman los espacios, dándoles belleza y elegancia.
Ambos elementos también se semejan en que cuentan con un tambor superior donde la lámina o los listones se enrollan o desenrollan, a través de un doble movimiento de apertura y cierre que se activa al subir o bajar la cortina o la persiana.
Son componentes de fácil manejo y notable utilidad cuya inocuidad y belleza, sin embargo, son susceptibles a la humedad, el polvo, la acumulación de microorganismos nocivos y salpicadura que causan manchas y suciedad.
Mantenerlas presentables, mediante procedimientos tradicionales, es difícil, por muy fácil que lo haga aparecer un tutorial de internet: